La galería de arte
De los paseos vespertinos por la ciudad no suelo esperar demasiado. Caminar un poco, intentar aislarme de los ruidos de los coches, no tropezar con demasiada gente, mirar algún escaparate y confiando en el acierto de mis pasos, dejar que me conduzcan a una o dos galerías de arte para recrear la vista y ejercitar un poco la mente o lo que queda de ella. En la primera galería, sólo entrar casi se me cae la gran puerta de cristal encima, una vez salvada por los pelos del casi accidente, he recorrido la exposición sin grandes sorpresas, ni agradables, ni desagradables, un “está bien” sin emoción. El artista se ha esforzado pero sin rozar la originalidad. Ya que estoy en la calle adecuada, aprovecho y entro en otra galería. Bueno, esto parece otra cosa, hay una exposición de joyas, pinturas y esculturas de una artista que me ofrece un espectáculo diferente. Parece que ésta sí que llega al alma, de quién la tenga…. El ambiente, el esperado: silencio, luz, soled...
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