Todo dentro
La
persiana bajada. Todo cerrado. Todo dentro. Y fuera, el sol o la lluvia, que
más daba. Hacía tres días que se había encerrado en casa, el mundo ya no le
interesaba, el mundo no era suyo, él ya no tenía ni mundo, ni vida. No le quedaba
nada más que aquello que pudiera imaginar. Se sentó frente al ordenador y fue
poniendo en desorden lo que le había sucedido durante los últimos días. En
desorden porque había intentado analizarlo con lógica y no había conseguido
entender nada. El desorden le obligaba a dejar de pensar, a evitar buscar
respuestas. Quería que el caos penetrara en su cabeza, en todo su ser. En la
mesa de centro, en el centro, la nota. Mañana era el día señalado. Mañana no
sería otro día, era sencillamente el día en que la orden debía cumplirse. Se
cumpliría, seguro, él no resistiría. Dejó el ordenador abierto, una página con
frases; una tras otra, en las que se mezclaba lo que le habían dicho, lo que él
había replicado, las palabras de unos y otros, a favor, en contra. Todo un
universo; un universo que se convertía
en el caos.
En
la mesa, un vaso de agua; en la mesa, un frasco de pastillas y entonces, una
tras otra hasta vaciarlo y luego la paz recobrada y a la mañana siguiente…. la
nada para él; para ellos, el piso, su casa, su vacío, su universo.
El mañana no existe.
ResponderEliminar