La memoria de su cuerpo
Estoy
asustado. He perdido la memoria de su cuerpo. Ahora cuando la miro no consigo
imaginarme cómo era hace veinte años. La verdad es que no está mal del todo.
Ella sin tener conciencia de lo que me ocurre se pasea en cueros delante de mí.
No tiene ningún pudor. Puede pasarse mucho tiempo en este estado, en invierno
no se enfría porque hay calefacción y en verano ya se sabe, es una forma muy
cómoda de estar por casa. Yo la miro con detenimiento: los hombros los tiene
rellenitos, pero aún incitan a acariciarlos suavemente. Sus pechos, éstos sí
que han iniciado un descenso. Ella cada día hace unos ejercicios que le
recomendaron. Se pasa dos minutos una palma contra otra, viendo como sus pechos
ascienden con esfuerzo y descienden liberados, a su posición. Yo quisiera
decirle que con dos minutos no es suficiente, que debe hacerlo como mínimo
diez, pero ¿acaso no se lo han dicho ya en el gimnasio? El ombligo ya no se
ofrece como el signo del nacimiento, sino que va menguando y desapareciendo a
medida que aumenta su vientre. Podría seguir, pero estoy cansado de hacer una
lista de desperfectos porque lo que está claro es que ha pasado el tiempo.
Todavía no entiendo por qué ella se resiste a hacer lo que hacen tantas, porque
un poco de cirugía no le vendría mal. ¡Si supiera cómo me siento teniendo que
mirar un cuerpo en deterioro, cuando el mío está como el primer día que nos
conocimos! ¿No se da cuenta de que hoy a ciencia lo arregla todo? Ella insiste,
le gusta sentir como los años van marcándola, cómo la vida la moldea poco a
poco. Yo llevo muchos años con ella, y,
sin embargo, mi aspecto ha cambiado muy poco. Es verdad que su vida ha sido más
agitada que la mía: Ha tenido muchos amigos, ha cambiado varias veces de casa y
de trabajo. Ella se ha preocupado por perseguir sus ideales y ahora parece
feliz. Yo, ya sé que os estoy pareciendo frívolo, quizás lo sea, pero es que mi
trabajo es mostrar el estado en que se encuentran las personas. ¡Somos tan
diferentes en todo! A mí, al contrario que a ella, el mundo más allá de estas
cuatro paredes no me interesa demasiado. Me he acostumbrado a vivir con ella, a
estar en su habitación y velar sus sueños y a ser testigo mudo de sus noches de
amor y de soledad.
Hoy ha
ocurrido algo terrible. En pocos segundos he envejecido de golpe, no sabéis
cómo me arrepiento de todos mis pensamientos anteriores. Ella ha cambiado el
mobiliario de su habitación y esos señores forzudos, me han atestado un golpe
tal, que me han roto la esquina inferior. Estoy desesperado, no sé qué hará
ella, quizás me cambie por otro más joven y si no es así si sigue queriéndome a
su lado, habrá una parte de su cuerpo que no alcanzaré a mirar y no sé si podré resistirlo.
Comentarios
Publicar un comentario